Yo Creo | Película

Yo Creo (2017) es una película estadounidense con una fuerte cinematografía basada en la fe, perteneciente al género de drama religioso, un género cinematográfico que no es muy popular pero que tiene una vitalidad silenciosa en los corazones de los espectadores que aman los valores espirituales y las creencias religiosas. La película es una historia sencilla pero conmovedora sobre el viaje de un niño que crece en la fe, en medio de un mundo moderno lleno de escepticismo y ateísmo.

El personaje principal de la película es Brian Webber, un niño de 9 años que vive en una familia con un padre que es un famoso presentador de televisión pero que no cree en la existencia de Dios. Brian es todo lo contrario de su padre: un niño puro y curioso, lleno de deseos de aprender sobre la fe y los milagros. Un día, el niño tuvo una experiencia espiritual especial: escuchó el llamado de Dios, lo que le abrió un camino de fe espinoso pero igualmente milagroso.

Lo interesante de Yo Creo no es el suspenso ni los giros dramáticos habituales de las películas de Hollywood. La película sigue un ritmo lento, centrándose en la exploración gradual de la religión por parte de Brian, su aprendizaje de la oración, su familiarización con la iglesia y su gradual conversión en una "inspiración" para quienes lo rodean, incluso para su padre, quien siempre ha rechazado la creencia en lo sobrenatural.

El mayor valor que aporta Yo Creo no está sólo en el factor curativo o en las emociones que llegan fácilmente a la audiencia. La película plantea la eterna cuestión de la fe en la vida moderna: ¿puede la gente seguir creyendo en milagros cuando el mundo está lleno de escepticismo, razón y tecnología? La película no obliga a los espectadores a creer en la religión, sino que inculca inteligentemente en el público un pensamiento muy humano: hay cosas que no podemos explicar con la razón, sólo podemos sentir con el corazón.

La imagen de Brian de pie en medio de una multitud, imponiendo las manos sobre los enfermos y orando por su recuperación no es ostentosa. Es la sencillez, inocencia y pureza de un niño que realmente cree en la bondad. El milagro en la película no consiste sólo en sanar el cuerpo, sino también en sanar el alma: cuando un niño puede hacer que un adulto aprenda a dejar de lado el miedo y a abrirse a creer en lo que una vez rechazó.

Yo Creo no es para todos. Si estás buscando una película de suspenso, sorprendente o con un giro dramático, probablemente esta no sea la indicada para ti. Pero si necesitas una historia que sea tierna, sanadora y que reavive la fe (ya sea en Dios o simplemente en la bondad de la vida), entonces esta es una película que vale la pena ver.

Yo Creo recuerda a los espectadores que: la fe no es fácil, pero si es lo suficientemente fuerte y sincera, la fe puede abrir el camino a las cosas más maravillosas de la vida. Y a veces, el verdadero milagro no está en las cosas extraordinarias, sino en el cambio del corazón de cada persona.