Protagonizada por Stephen Graham, La última cena es una película dramática británica de 2021 escrita por Jack Thorne y dirigida por Marc Munden.
Se trata de una película conmovedora y humana que describe lo que ocurrió dentro de un asilo de ancianos en Liverpool durante la pandemia de COVID-19, un lugar donde la vida y la muerte están siempre cerca, donde los más débiles son los más afectados.
En el centro de la historia se encuentra Sarah (interpretada por Jodie Comer), una joven y dedicada asistente de enfermería con una compasión y resiliencia admirables. La relación entre Sarah y Tony (Stephen Graham), un paciente en las primeras etapas de Alzheimer, es el hilo conductor emocional de toda la película. El vínculo entre dos personas que parecen separadas por la generación y las circunstancias se convierte en un apoyo espiritual mutuo en medio de una crisis sin precedentes.
La película no elude las duras realidades: la escasez de personal, los equipos de protección inadecuados y el abandono silencioso de los hogares de ancianos por parte del sistema de salud. La escena fue filmada en tonos fríos y secos, mostrando claramente tristeza y frustración. Pero en ese espacio asfixiante, la película brilla a través de momentos humanos: una mirada de comprensión, un toque amable o simplemente una simple palabra de aliento.
Jodie Comer ofrece una actuación profunda y sofisticada. Ella no sólo retrata el cansancio físico sino que también revela el colapso mental que aparece gradualmente cuando toda esperanza se erosiona. Stephen Graham está igualmente excelente al interpretar a un Tony que a veces es inocente como un niño, a veces dolorosamente consciente de que está perdiendo gradualmente sus recuerdos. La pareja creó un vínculo profundo que dejó a los espectadores sin poder evitar conmoverse.
La Última Cena no es sólo un recordatorio de las pérdidas que ha causado la pandemia, sino también un sentido homenaje a los cuidadores, aquellos que están en la primera línea de la batalla silenciosa pero ardua. La película deja una fuerte impresión, obligando a los espectadores a pensar en cómo la sociedad trata a los ancianos, a los pacientes con demencia y a aquellos que siempre están a su lado pero nunca son nombrados.
Una película triste pero muy necesaria.